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Este es un tiempo de recesión, y una profunda. Quizás esta sea la recesión más profunda que haya habido desde la de 1930. Además, es una recesión mundial, una que arrastró a prácticamente todos los países del globo, lo que es, encima de todo, bastante inusual. Igual de inusual es también el esfuerzo coordinado de rescate utilizando herramientas tanto fiscales como monetarias (éstas últimas dando apoyo sobre todo a la banca y las corporaciones, brindando garantías y liquidez para el crédito y, las primeras, -menos presentes- apoyando al consumidor y a las familias) que todo gobierno ha implementado en grados -según la capacidad económica y política- para sobrellevar los efectos del encierro obligado por la pandemia.

Este es un esfuerzo del tipo: “limpieza y torniquete para parar el sangrado, y luego de remendar, veremos cómo quedan los niveles de azúcares y sales”. Definiendo así la estrategia, implica que se desconocen (o se ha optado por ignorar) las consecuencias de haber hecho el lanzamiento de una ayuda de esta magnitud. No obstante, las habrá y con ellas, la eventual materialización de una plétora de riesgos, que es el tema que nos ocupa en el presente ensayo.

Primero, están los riesgos que tenemos cruzando la calle: Los de muy alta probabilidad, incluso mayor al 65% son tres. 1. Volatilidad descontrolada en los mercados por una impugnación legal del resultado de la elección americana. 2. Una corrección en los mercados por un atasco en el Congreso en el tema de la segunda ronda de estímulos. 3. Información nueva sobre los avances en la contención de Covid es pesimista o dilatoria. Otros de menor probabilidad pero alto impacto son cuatro. 4. Las tasas reales negativas inflan burbujas (la operación minorista ya pesa el 20% del total, cuando lo típico es 10%) en los mercados, los cuales tocan valuaciones insostenibles en los próximos meses y colapsan. 5. Hay una segunda ola de quiebras en las PyMes lo que complica la mejora en el desempleo. 6. Empiezan a surgir casos de fraude contable y operativo debido al efecto “río revuelto”; nombres conocidos (como lo que pasó con Enron en 2001) toman los titulares por varios meses. 7. Inflación regresa con amenazas sobre las tasas de interés.



Por otro lado, aunque no menos preocupante, están los riesgos que pueden aparecer en el mediano y largo plazo, esto es, los que son de lenta -pero letal- cocción. Los de muy alta probabilidad además, incluso mayor al 65% son seis; 1. Guerra de OECD-China obstaculiza el Comercio Mundial y con él, el PIB. 2. No aparece un motor macro franco y disponible hacia adelante, en un globo que ya estaba débil. 3. Endeudamiento excesivo de países termina por gravar el crecimiento y vienen second-dips en países avanzados, combinados con downgrades y defaults en emergentes. 4. Las utilidades se recuperan más lentamente de lo pensado y la bolsa se estanca en lateral. 5. El sector tech tiene fuertes vientos en contra, como nueva regulación y mucha nueva y pulverizada competencia. 6. Aumento persistente del subempleo y de los que muestran “sub-habilidad”; alto desempleo para la “generación covid”.

Por último, están aquellos de largo plazo también, pero menor certeza, y para los cuales carecemos de herramientas que calculen con exactitud cuándo y de cuánto será la factura que pasarán: 1. Aumento en pobreza extrema y mayor inequidad -debido tanto al Covid, como al aumento en la automatización-. 2. Cambio drástico en patrones de demografía. 3. Los efectos de la prevalencia del sistema bancario “shadow” da señales de peligro.

Por más de 100 años se pensó que en el Titanic se inundaron al menos 5 cámaras de las 16 que tenía el casco -el diseñador decía que el barco podría aguantar 4 cámaras inundadas, sin hundirse-. Hace muy poco se descubrió que sólo se inundó una. Eso bastó. Individuos y naciones pensamos que podemos vivir bien en todos los demás aspectos de la vida si se nos inunda sólo uno o dos. Es una ilusión, pues termina filtrando a todos los demás. Así será esta crisis, pero en contraste, tenemos la gestión del riesgo y la cooperación entre pueblos y entre familias para salir adelante, pero se requiere empeño y buen ánimo.

Escrito originalmente por Jorge A. Martínez en la Columna Riesgo y Valor del Periódico Reforma el 27/Octubre/2020.